II

 

Ver cómo

la noche filtra luz por las cortinas

vertical como siempre,

desfigurada en ángulos

que resbalan por naipes y persianas.

 

Escuchar cómo

entre revelaciones,

un baile

puede cambiar de sitio a cualquier rastro

sin que importen los focos.

 

Sentir

el derribo de instantes

que golpean las puertas

indecorosamente.

 

Notar la luna

saliendo sin permiso cada madrugada.

 

Y oler a palosanto

mientras mastica

tu paladar la carne de las fresas.

 

Amarte,

desamarte.

 

Descalzarse y sentir -otra vez, sentir-

el frío en las baldosas.

 

Marcharse y no hacer ruido.

 

Concluir

que la noche es la respuesta

a las dudas del día.

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